dissabte, 2 de juliol del 2011

Ser una planta es duro

Imaginaos vivir teniendo que soportar las condiciones climáticas que se presenten, sin posibilidad de poderos resguardar bajo la sombra en los días muy soleados o bajo un techo en los días de fuerte lluvia o granizo. Imaginaos tener que soportar cómo los bichos os devoran lentamente o los hongos os ponen cada vez más tristes. En definitiva, debido a su incapacidad para desplazarse, la vida de una planta debe ser muy dura. Sin embargo, encontramos plantas en los lugares más inhóspitos; desde en una pequeña ranura del techo de una parada de autobús hasta en el estrecho margen de tierra que queda al borde de una carretera de asfalto. ¿Cómo se las apañan?

En primer lugar, el fenotipo o apariencia de una planta está fuertemente ligado al ambiente en el que se encuentra, teniendo (por lo general) una menor importancia su carga genética que en el caso de los animales. Si hacemos crecer varios individuos de una misma variedad de planta en ambientes distintos, será frecuente encontrar diferencias claramente notables entre ellos. Todos hemos visto, por ejemplo, que el crecimiento se ve desviado hacia la luz o que, si la planta no dispone de suficiente agua, comienza a perder hojas y, las que quedan, son pequeñas con tal de reducir al mínimo la pérdida de agua por evapotranspiración. La planta se aclimata, pues, a las condiciones ambientales de un determinado lugar.

A nivel genético, los vegetales poseen genomas realmente enormes, claro que, si analizamos estos genes, muchos pertenecen a familias idénticas. Esto se traduce en que existan muchas proteínas con una función igual o similar (concepto que se entiende como redundancia funcional), de modo que, si un gen no se traduce adecuadamente a proteína, otro pueda estar cubriendo su función, asegurándose así poder sobrevivir. Además, las ploidías son frecuentes en plantas ya que un mayor material genético favorece los fenómenos de recombinación, además de disminuir el efecto de las mutaciones y permitir una mayor flexibilidad en el silenciamiento génico.

A nivel bioquímico, generalmente las plantas mantienen sus procesos metabólicos activos, siendo las señales del medio las que los desactivan (en animales suele ocurrir al revés). Este hecho les supone un mayor gasto energético, claro, pero también les permite responder rápidamente ante cualquier cambio. No es extraño, si se tiene en cuenta esto, que las fosfatasas tengan un papel importante en las rutas de transducción de señal en plantas, defosforilando componentes que se encuentran fosforilados y activos de manera constitutiva, mientras que en animales, son las quinasas las enzimas fundamentales en estas rutas (fosforilan, ante una señal, componentes que se encuentran defosforilados e inactivos). Si queréis ver un buen ejemplo de esto, podéis consultar la ruta de señalización del ácido abscísico o ABA, hormona implicada en procesos entre los cuales destacan la resistencia a la sequía o la inhibición de la germinación.

A grandes rasgos, creo que éstos son los conceptos fundamentales que permiten entender la fisiología y la biología molecular de las plantas, además de hacerla interesante. Mucha gente no estará de acuerdo conmigo en este último punto. De hecho, soy consciente de que me voy a convertir en la persona más impopular del blog con mis fisiologerías y mis moleculerías de plantas :P … ¡pero no me daré por vencida! (en la siguiente entrada mía tendréis imágenes de plantitas, me comprometo a ello, pero no podía empezar a escribir seriamente sin daros esta introducción :) ).

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada